Miedo. M-i-e-d-o. Dos consonantes y tres vocales es de lo que está formada esta palabra que a simple vista puede parecer inofensiva. En realidad, todo depende de la perspectiva desde la que lo mires y de lo valiente que seas.
¿Tiene la fama que se merece?, ¿por qué siempre está tan presente en nuestra mente?, ¿por qué la tenemos tan en cuenta?, ¿tan importante es?.
El miedo es aquello que no nos deja ser libres. Nos pone límites e impide que logremos lo que queremos llevar a cabo. Es algo imaginario pero a la vez tangible y en todo esto juega un papel muy importante nuestra mente. La buena noticia es que está en tu mano y se puede luchar contra él 😉 ¡Podemos vencerlo!
El miedo generalmente actúa así y se produce todo en cuestión de segundos o incluso menos: «Me apetece hacer «x» cosa/ ¿y si me sale mal y hago el ridículo?/ nada, mejor en otro momento en el que me sienta con más fuerza». Aunque sí es cierto que cuando ya es muy avanzado y nos tiene bloqueados por completo, directamente ni te llegas a plantear el hacer algo que salga mínimamente de tu rutina por evitar ese malestar.
El miedo no tiene fin si no lo frenas. Te consume, te absorbe, te hace infeliz, no te deja ser auténtico… Por eso no vale escurrir el bulto y dejarlo pasar. No desaparece si no lo afrontas.
¿Cómo podemos controlarlo?
Haciendo justo aquello que nos produce miedo. Claro Aisha, qué fácil es decirlo -__-. Y lo sé, pero es que no hay otra.
El miedo está unido a la inseguridad, así que es un poco la pescadilla que se muerde la cola: la inseguridad produce el miedo y el miedo la inseguridad.
Siempre que el miedo aflora, normalmente es por algo imaginario que nos montamos en la cabeza, porque realmente no sabemos si va a pasar o no. «Uf, tengo un viaje que me apetece hacer pero me agobia perderme en el aeropuerto y además lo de viajar sola es que me da pánico». El pensamiento automático que sí podemos controlar y que debemos hacer es: «No va a pasar absolutamente nada, si me pierdo que cabe la posibilidad de que pase, pues preguntaré y lo resolveré. Y si hay algo que me incomoda o cualquier cosa, si de verdad ocurre, veré como lo soluciono». Sé chula, créetelo y aunque pienses que no va a hacer efecto, créeme que lo hará, ¡vaya si lo hará!.
En realidad, podría poner mil ejemplos en los que el miedo se representa (temas personales, sociales, laborales…), pero no quiero extenderme demasiado. Así que si os parece os voy a contar lo que me pasó hace muy poquito. A finales de marzo más o menos me ofrecieron la posibilidad de presentar una de las categorías de los «Play Awards» que se celebraron en Mallorca este jueves pasado. ¿Queréis saber cómo reaccionó mi cabeza?
«Ostras, ¡qué chulo!. Me apetece mucho mucho/ pero claro, es hablar delante de mucha gente y puede pasar de todo. ¿Y si me equivoco?/ beh, lo voy a hacer genial y aunque esté nerviosa (porque los nervios que yo llamo «buenos» son inevitables) lo haré y lo disfrutaré». Y eso hice chicas, dije que sí y lo he hecho. Claro que pasé nervios, pero si estás seguro de que va a salir bien, saldrá. Confía en ti. Siempre.
*en el minutos 33 más o menos podéis ver la categoría que presenté junto a Isabel Sanz
Otro ejemplo: me da mucho miedo volar, pero lo hago. Y me siento feliz por hacerlo y pasarme el miedo por la nariz ;P
No quiero extenderme mucho más, pero espero que hayáis entendido el mensaje que quería transmitiros hoy. No os comparéis, lo que para uno es una tontería, para otro no. Somos diferentes unos de otros, pero fuertes para hacer lo que nos propongamos. Todo está en la loca de arriba: la cabeza.
Diferencia entre el miedo bueno y el malo y haz tus sueños realidad 🙂
¡Muchísimas gracias por pasar, hacer click en «me gusta» y dejarme un comentario!
Un beso y hasta mañana peludas mías.
20 Comentarios