Muchas veces no tenemos en cuenta pequeños detalles que aunque parezcan eso, pequeños, en realidad son muy importantes.
A mi ¿sabéis con qué me pasaba? Llevaba años trabajando en una mesa estrecha, pequeña, sin espacio para prácticamente nada y que también utilizaba para hacer los bodegones para la web. Todo en uno señoras 😀 El ordenador colocado de manera incorrecta en la que mi espalda sufría y todo por pereza o por no plantearme seriamente el hacer un cambio definitivo de escritorio. ¿Se puede ser más dejada?
El caso es que hace un mes y medio más o menos, fui a casa de mi amiga Eva porque con la excusa de unos cambios que ha hecho hace muy poquito en el salón (que por cierto se le ha quedado precioso) me dijo que me pasara por allí. Se le ha quedado precioso como os comentaba, de revista, y todo me gustaba, pero voy a ser sincera y es que una de las cosas que más me llamó la atención fue el escritorio donde tenía el ordenador. ¿Sabéis esa sensación de cuando ves algo por primera vez y te cautiva? Así que ni corta ni perezosa le comenté que me iba a copiar y eso he hecho jojojoojojo (risa maligna)
A ver que os parece: lo que hice fue comprarlo por partes.
1. Primero el flexo, que además de ser monísimo, me viene genial para cuando se va la luz natural y tengo que seguir trabajando. La del techo es tenue y no es suficiente. Lo compré en la tienda «Casa».
2. Otro día me acerque a Ikea y compré la base donde iba reposar el tablero. Así que cogí dos cabelletes «Finnvard» en color blanco. Además está genial porque porque se puede poner en distintas alturas y al llevar en la parte superior unos protectores de plástico, hacen que el tablero se quede fijo sin necesidad de tener que atornillarlo.
Ya que estaba allí, aproveché y me compré el carrito que veis al lado izquierdo de la mesa para poner cosas que suelo utilizar a diario. Se llama «Raskog».
3. El tablero me costó un montón conseguirlo porque lo quería de pino, pero al final tuvo que ser de roble. Lo compré en Leroy Merlin y tuve que encargarlo porque en tienda las veces que fui no lo tenían en stock. La gracia de esta mesa es el contraste del blanco con el marrón 😉 ¿Vosotras la hubierais preferido toda blanca?
¡Estoy encantada! No sabéis lo a gusto que estoy ahora ;P
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Un beso
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